"Estrella (Homenaje a Dali) - Star (Homage to Dalí)".
 Acrylic-Mediterranean seawater-Oil / canvas. 36" x 36" (100 x 100 cm.)
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REFLEXION ACERCA DE LA IMAGEN

Rafael Gallardo
Catálogo de la EXPOSICION INTERNACIONAL DOLMEN DE DALI, Madrid, 2008.

La imagen te acompaña donde quiera que vayas, el reflejo de uno en todas partes, como un espejo rodeado de ojos en medio de La Rambla.

Siempre hay otro yo presente, dependiendo de qué lado del espejo esté uno situado, y ese otro yo puede ser cualquiera, incluso Salvador Dalí.

Cada cual es reflejo nuestro y el respeto que deseamos como civilización muchas veces depende del coraje con que defendamos la ilusión, la imaginación, lo que ha sido creado, porque de otra manera repetiríamos indefinidamente el oscurantismo de antaño.

Este siglo empezó con destrucción y muerte. Cada vez que pienso en esto tomo un lienzo y pinto, meditando a veces en las lecciones que los maestros dejaron desparramadas aquí y allá.

Algunos dicen que la obra conocida de Van Gogh es apenas la punta del iceberg, que hay probablemente miles de sus pinturas aún por descubrir; también se dice que la mayoría de ellas fueron destruidas por la barbarie que anida en la gente ignorante.

Aquella noche triste en que murió Dalí, el 23 de enero de 1989, escuché en la BBC la grabación de un poema de San Juan de la Cruz recitado por Dalí. Su voz resonaba con ese tono de verdad histórica que siempre reivindicó la dignidad de su demencia.

Un Quijote catalán.

Dieciocho años más tarde pinté un humilde Homenaje a Dalí en Barcelona, en la playa, consternado por las noticias acerca de la progresiva destrucción de una de sus obras, el conjunto escultórico-arquitectónico conocido como Plaza de Dalí, en Madrid.

Nunca pensé que una atrocidad así pudiese cometerse contra la obra de un artista de tanto prestigio, menos aún que esto ocurriese en la capital de España.

Me gustaría rehacer el universo, que la luna brille sin bombas en Kandajar y Bagdad, donde los niños vuelvan a soñar…

Y a pintar.

Es en esos momentos cuando pienso que la riqueza material de la sociedad humana ha ido históricamente creciendo, en detrimento de la riqueza espiritual.

Hay una etapa en la vida cuando uno piensa que todo va a ser de uno, que la vida misma es de uno, que nos pertenece. Pero luego uno irremediablemente muere y el legado creativo corre el riesgo de perderse, como si la gravedad terrestre aumentase cada segundo. Claro está, esto no es nada comparado con los tiempos aquellos en que la gente moría por sus creencias: la historia ha deletreado cada edad con sangre inocente.

Por eso conjugamos estas manos tan distintas, ignorando la maldad, deseando una bendición que nos ayude a amanecer con vida, porque a veces el futuro significa sobrevivir el presente.

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