Gen-T, Art Magazine
  EL MATADOR DE LAGARTOS

Angélina Oraín
 
  ¡Escapad lagartos, salamanquesas y otros enamorados de paredes calientes!
¡Corred! Aquí viene el criador de mochuelo con su aire tranquilo.
Está silbando la bulería de vuestra muerte amigos.
Su mirada se fija en vuestros ojos de serpiente, y sin que os dierais cuenta ya estáis en una caja.
Su mano es traicionera, no lo creáis, os acariciará con sus dedos de flamenquista, serán vuestro juego.
Escuchad: ¿podéis oír este grito? es la voz del hambriento: el Polaco, vuestro destino, prisioneros, el mochuelo nocturno.
La matanza empieza, el cirujano insufrible prepara su instumento, y tú víctima esperas, cautiva y sumisa a estas manos ágiles.
Tus ojos de reptil se fijan en la única fatalidad de tu corta vida, tu pulso está acompañado por las quejas agudas del Polaco.
Sientes la punta del cuter entrar en tu cuello, abres la boca porque sofocas, sacas tus pequeñas grifas porque te penetra la muerte.
El trabajo es muy preciso, sólo un hilo de sangre te saldrà del cuello.
Esta misma sangre que manchará la cuna del niño mochuelo.
Y te cuento yo, salamanquesa, lo que vi, testigo de tu sacrificio.
Lo siento animalito, lo único que pude hacer fue verle a él matarte a ti, observar el ritual.
Mi mirada, en este instante, como la tuya era sumisa a este hombre silencioso, que te estaba tocando sin sonrisa, sin tristeza, pero con una aplicación segura que le daba muchos años más.
Tu cuerpo fue el festín del pequeño, la bola de nieve que es todavía se convirtió en bodas de sangre.
El matador cansado duerme ya, ¡Escapáos!


11/06/03, Sevilla.